Tomo el micro. La puta que lo pario....No andaba el boletero electrónico, y encima habian parantes flojos. Yo no sé que hay que hacer con el transporte, en Mendoza. ¡Le vamos a meter una tuerca en el orto a los empresarios!.¿Qué no ven los problemas? Y todavía van a aumentar el boleto. En fin, ya no da mas, esto.
Bueno, me tomo un desayuno. Bien rico. Y voy por la calle San Martín. Allí veo a un papá Noel. Le digo:
---¿Y ahora qué nos vas a regalar, papá?. ¡No hay ni para una pomponcito!. Ja!
Sigo y me encuentro con la vuelta de las Madres de Mendoza, en la plaza San Martin. Me acerco a una y le doy un beso.Le comento:
--Sigan adelante!
--Eso tratamos.
Contesta la señora del pañuelo, que va con otras más, y una pancarta. Esto es lo que nos pasa, como sociedad. Madres dolidas por un genocidio, casi impune. Digo, casi, porque algo, alguito, se hizo. Sin embargo, muchos están libres, y lo seguirán estando. Por una patria digna, no seamos indiferentes con las Madres. Eso hice yo. No fue indiferente. Es la segunda vez que las saludo. Lo mismo hice el año pasado.
Luego seguí con mi tarea. Veo un accidente de autos. A un tipo lo sacan en camilla. Pero nada, no pasa nada. Vendo algo más. Saludo a un amigo que me encontré.
--¡Qué tal Hugo!.
---En la lucha. ¿Vos?.
---Si seguimos asi, con este calor, en la d-ucha!...jaa!
Entonces, me tomo el micro, y llego a mi casa. Aunque usted no lo crea. De Ripley. En la dimensión desconocida.
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