Vengo del centro de la ciudad. Me subo al trole, y luego un joven pide que le pase la tarjeta y me da cinco pesos. Le digo:
--Si,pero no tengo el vuelto.
--Déjelo.
Entonces, le doy la tarjeta, y me da el dinero. Lo recibo. Vale tres pesos cincuenta, y entonces, pierde él, un pesos cincuenta. Se va a sentar al fondo, y palpo mi bolsillo. Encuentro un peso, en monedas. Voy hasta su asiento, y le digo.
--Toma. Para que no pierdas dinero.
--Mucas gracias!
Me dice.
El joven fue muy bueno. Sin dudas. Y yo pude no darle el vuelto. Pero premeditadamente, se lo di. Así debe ser. Hoy por él; mañana por mi.
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