Desde hace algunos meses, me junto con Ángel, Alberto y Carlos,en el café, EISE, de calle Necochea, en la capital de Mendoza. Y antes de irme para ese bar, pasé por la casa de Carlos. Ahí, me tomé unos mates. Hablamos de mi vida, y algo de la de él. De un televisor que tiene y que a me gustaría desarmar, ya que no lo usa, y no tiene repuestos. Después, nos fuimos al café, en el trole. Llegamos y pedimos una consumisión; café con leche, medialunas, y yo un capuchino. Vino Ángel, para conversar de esa explosión de gas que hubo en Córdoba. Yo pregunté algo a Ángel, que es maestro mayor de obras. También conversamos de la tarea de la hija de Carlos, como psicologa empresarial. De las empresas que piden estudios a los empleados.
--¿Son competentes?.
Y las chicas que trabajan se acuestan con los empresarios, para subir escalones, y no de escalera,precisamente,ja!.
Entre una cosa y otra, entre una chanza, y otra, pasaron las horas.
Aunque usted no lo crea. De Ripley. En la dimensión desconocida y descocida.
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