Viajaba hacia la ciudad de Chivilcoy, en la provincia de Buenos Aires. Julio de 1978. Iba en tren. Claro, todavía no había llegado el turco Menem, a hacerlos desaparecer. El motivo de mi visita a esa ciudad era que vería a mi amigo de aquel año, Armando Zandanel, hoy profesor de física, matemáticas y astronomía. Y como me había embarcado junto a él, y varios más, en la investigación científica y del fenómeno ovni, lo vería por una semana, para compartir distintas experiencias y lecturas sobre estas temáticas. Mientras yo junto a varios jóvenes de la ciudad de San Martín, estabamos en el CICEM(Centro de Investigaciones Científicas y Espaciales -Filial Mendoza- ) del grupo CICECH(Centro Investigaciones Científicas y Espaciales de Chivilcoy) que estaba presidido por Armando. Entonces, yo viajaba lo más campante con mi tren. Cuando en la noche-.tipo doce o una de la mañana- empiezo a sentir-mi vagón- que se tambaleaba más y más, y los pasajeros que ibamos en él, nos mirábamos extrañados, ya que no había ningun tipo de alerta o gritos en otros vagones. El zarandeo se agigantaba más y mas....Yo me paro.
--¿Qué pasa, muchachos?.--
-Dice uno que dormía;
--Nada.,..estoy contando ovejas y parece que están desbocadas...déjenme dormir...--
Se paran otros mas. Pero ya no nos manteníamos en pie. En eso -por esa gracia de Dios- entra al vagón un guarda. El tipo se percata que en el vagón nuestro pasa algo. Se pone blanco, y se retira a un sitio de entre vagon y vagón, y tira de una soga para detener el tren como urgencia.....
---Jiiiiiii!!!!!!...fuytt!!!!---
Se detiene. Yo me bajo y como neto investigador, y curioso-como que viajaba por un tema similar- urgo debajo del vagón. Y ¿qué noto?...Un eje como de un metro, colgando y oblicuo, ....a punto de pararse en 90 grados, como, y para la velocidad del tren-.unos 90 kms por hora.- yo no estuviera hoy contando esto. Vinieron los mecánicos y uno de ellos me dice ante mis preguntas:
---Y ...mire...si van más rápido, el vagón se para y todos quedan prensados como pescado en lata de sardina...---
Tragué saliva. Luego de ocho horas, en que el vagón es trasladado a otro lugar, y el resto del tren acomodado en otra via, partimos y llego a la ciudad de Chvilcoy, donde me esperaban Armando y Pancho Rizzi, preguntando cómo la pasé, ya que se había informado de un incidente en la formación.
Y les digo:
---Casi no llego, muchachos....casi pude estar en la puerta de San Pedro--
Entonces, me dice Pancho:
---Vení, Oscar....tomémonos unos vinos--
Y Armando sonreía mientras me comentaba:
---Y el rubiecito ese....¿cómo se llamaba?...--
...Ah...Hector Blanco.,..simpatico y culto-.-
Con el querido Armando hacíamos mención de sus últimas visitas a San Martín,donde conoció a una decena de queridos colegas de aquellos años, en la travesia de la ciencia y los ovnis....
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