A las 5 y media, me tomo el micro. Y llego al bar Salonia Book. Estaba aún cerrado. Entonces, me siento en otro que esta al lado. Allí me quedo unos 30 minutos, haciendo unos papeles, promoción de ventas, escribo una notas, mientras espero a Laura, una cliente de lujo en un lugar de lujo. Con su amiga, que hace poco me dijo que le dijera -no sé porqué- Martinez. Al cabo de un rato, llega en un coche gris muy bueno, Laura. Me acerco al bar. La saludo:
---Hola!...al final, no fui a Uspallata, porque hubo una serie de avalanchas y mal tiempo--
--Ah...si...me enteré--
--Si te parece voy a leer algún libro de tu librería, si no es mucho abuso--
--No...no...pasá..--
Y me hace entrar al bello lugar,con mesas para leer y tomar algo, con aire acondicionado, televisor, teléfono celular en una cómoda de madera de roble, una estufa a leña decorativa....una pinturita. Y de Rembrant.
Me pregunta:
--¿Querés tomar algo?--
--Si...una gaseosa...una pomelo. La que más me gusta--
.--¿Te quedas adentro o afuera?--
.--No, adentro...está fresquito. Con un aire acondicionado--
--Bueno. Ya te traigo la pomelo--
Me siento en la mesa, cómoda, y veo un libro pequeño: "Rebelión en la Granja". George Orwell.". Ahí no más, me lo empiezo a devorar. Es cortito.
Me trae la gaseosa.
Agradezco, y comienzo a leer. Llega Martinez, y me saluda. Ha entrado, el que según me entero unos minutos después es el hijo de Laura, de unos 10 años. Se pone a ver televisión.
Yo leo un rato. Entrar por el otro sector un par de amigos de Martinez y Laura. Escucho a hurtadillas, -simplemente por estar ahi, leyendo y tomando la pomelo - algunas cosas algo personales de todos.Nada importante,claro. Gajes de este oficio de vendedor, de comunicador. E implacable, eh.
En un momento me pregunta Laura, cómo va el libro. Le digo que se lo voy a comprar. Y en otro instante, le doy un par de direcciones . También le comento:
--Mi biblioteca se llamaba Don Quijote.Porque eramos con mi vieja, unos locos. Como el personaje famoso de Cervantes.
---Ah...si...si...lo conozco por supuesto--.
Entonces, sigo leyendo hasta que me voy. Lo compro. Pago el texto y la bebida. Lo hago a Martinez,que está en la barra de este restaurante nuevo de la calle Arístides.
Me voy al barrio caminando. Son quince cuadras. Ah, a la pelirroja simpática y bonita, le digo que soy humorista y trabajé en eso, en una revista. Le doy otro dato para Laura. Lo guarda.
En el trayecto a mi departamento, hablo con dos o tres mujeres más a las cuales le hago la promoción de ventas.
Cuando paso por una calle, recuerdo que ahi tengo otra clienta. Le golpeo la puerta de su casa. No hay nadie.Pero el choco-el perro marrón- se pone sobre el diván de adentro de la casa, y corre la cortina. Antes veo y pienso "¿la clienta está mirando? Como estaba algo oscuro, no veía.Jaa!. Como siempre el humor a flor de piel de mi vida. Asi me pasa. Asi soy. Y sigo caminando por la ciudad, viendo gente y haciendo cosas. Muchas veces, en estos meses, cosas que jamás, me hubiera imaginado hacer. eh. Como diría Pedro Navajas, el personaje de Rubén Blades, el panameño, "la vida te dá sorpresas, sorpresas te da la vida"...Y a veces me pregunto ´¿"qué más viviré?..." Una apasionante expectativa.
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